Desde Fidelización Social, hacemos un llamamiento a los padres, con el fin de concienciar acerca de la nutrición en la infancia.Vemos necesario educar a los padres, que son, al fin y al cabo, los que toman las decisiones en lo que a sus hijos respecta. Porque son ellos los que compran la comida, la hacen y se la dan a los niños. De nada sirve intentar educar a los niños para que tomen una dieta equilibrada si luego llegan a su casa y encuntran productos industriales.
Porque somos lo que comemos, abogamos por sustituir los bollos industriales de la merienda (con alto contenido en grasas, poco nutritivos y con altas tasas de colesterol), por el bocadillo "de toda la vida", porque como hacían nuestras madres, deberíamos hacer nosotros con nuestros hijos, y dedicar 5 minutos en la preparación de un bocadillo, el cual ofrece infinitas posibilidades, cada día podría ser algo nuevo para nuestros hijos, y además estaría bien alimentado. Está demostrado que la bollería industrial contiene altos niveles de azucares y sales que hacen que provoque cierta adicción y, sobre todo, tiene una alta cantidad de kalorías.
Porque somos lo que comemos, abogamos por sustituir los bollos industriales de la merienda (con alto contenido en grasas, poco nutritivos y con altas tasas de colesterol), por el bocadillo "de toda la vida", porque como hacían nuestras madres, deberíamos hacer nosotros con nuestros hijos, y dedicar 5 minutos en la preparación de un bocadillo, el cual ofrece infinitas posibilidades, cada día podría ser algo nuevo para nuestros hijos, y además estaría bien alimentado. Está demostrado que la bollería industrial contiene altos niveles de azucares y sales que hacen que provoque cierta adicción y, sobre todo, tiene una alta cantidad de kalorías.
Con las CIFRAS ALARMANTES DE OBESIDAD INFANTIL, tenemos la obligación de replantearnos el consumo de bollería industrial. Un bocadillo al día, sin embargo, no engorda, por el contrario aporta nutrientes y cereales, básicos en la dieta mediterránea. A parte, es la merienda más barata, ya que un trozo de pan combinado con algún tipo de fiambre, oscilaría entre los 25 - 30 céntimos, que comparado con la bollería industrial que compramos, supone una gran diferencia, podríamos hablar casi del doble.
Vamos a hacer una comparación de las calorías que supone para un niño el consumo de estos productos. La bolleria industrial, según la Revista Consumer, dispone de una media de 460 calorías cada 100 gramos. Por ejmplo es lo equivalente a hacerse un bocadillo de cuatro huevos frito. Pero eso es la media porque algo que se ve tan sencillo como un croissant puede llegar a las 500 calorias, estamos hablando de que perfectamente te puedes comer un bocadillo de una barra entera de pan de jamón serrano y vas a consumir las mismas o menos calorías que con ese simple bollo.
Y no es solo preocupante el nivel de calorías de esta bollería. La mayoría están hechas a base de la mezcla de azúcar y sal, una mezcla muy peligrosa que puede llegar a generar adicción. Paul Kenny, del Instituto de Investigaciones, asegura que la mezcla de azúcar, grasas y sal y su consumo abusivo hacen que el sistema de recompensa del cerebro se atrofie, acostumbrandose a ello y haciendo que se consuma más y más porque no se consigue satisfacer ese deseo. Puedes consultar más aquí.
En Fidelización Social, creemos que la solución para evitar este problema, es que los padres inculquen en sus hijos unos buenos hábitos alimenticios en comidas tan importantes para el buen desarrollo de los niños, como el desayuno y la merienda, a base de productos saludables ajenos a la bollería industrial.
En este sentido, también apelamos a que los padres modifiquen en ellos mismos, los hábitos alimentarios que no sean adecuados para la salud, ya que según Carlos Paredes, Presidente de la Sociedad Valenciana de Pediatría, los hábitos de alimentación de los hijos, la mayoría de las veces, tienen mucho que ver con los de sus padres.
Muchas veces, el hecho de que ambos progenitores trabajen fuera del hogar familiar, hace que se reduzca el tiempo que estos dedican a sus hijos, descuidando, en algunas ocasiones, su alimentación. Debido a esta falta de tiempo, los padres tienden a alimentar a sus niños, sobre todo en ciertas comidas del día, como el desayuno y la merienda, con bollería industrial y otros productos con altos contenidos de azúcares y grasas saturadas, muy perjudiciales para la salud, ya que resultan más cómodos y rápidos porque no necesitan una elaboración previa a su consumo.
El consumo de estos productos carentes de los nutrientes y vitaminas necesarias para que los niños crezcan fuertes y sanos, puede convertirse en un mal hábito o mala costumbre en su alimentación, comprometiendo por lo tanto, el futuro de su salud.
Para asegurar una buena alimentación para nuestros pequeños y por consiguiente, preservar su salud, en Fidelización Social, queremos concienciar a los padres para que en los desayunos y meriendas de sus hijos, les proporcionen alimentos saludables, como bocadillos, sándwiches, o fruta, evitando tajantemente, la recurrencia a la bollería industrial.
La infancia es una etapa en la que se establecen todos los hábitos y conductas que serán la base del comportamiento del niño en la edad adulta, por tanto, toda conducta que no se consiga cambiar durante este periodo, será mucho más difícil de corregir en décadas posteriores a la niñez. Por este motivo, la tarea de los padres está en inculcar buenos hábitos alimenticios en sus hijos, para evitar trastornos en su salud, como la obesidad.
La obesidad infantil puede afectar muy negativamente a la salud de los niños debido a que puede acarrear problemas tales como:
- Diabetes de tipo 2.
- Hipertensión arterial.
- Niveles altos de colesterol.
- Problemas en huesos y articulaciones.
- Dificultades para desarrollar algún deporte u otro ejercicio físico debido a la dificultad para respirar y al cansancio.
- Alteraciones en el sueño.
- Madurez prematura. Las niñas obesas pueden entrar antes en la pubertad, tener ciclos menstruales irregulares, etc.
- Enfermedades cardiovasculares.
- Disturbios hepáticos.
- Desánimo, cansancio, depresión y decaimiento.
- Baja autoestima, aislamiento social y discriminación.
-Trastornos que derivan en bulimia y anorexia nerviosas.
Según algunos expertos, cuando la obesidad se manifiesta en la infancia y persiste en la adolescencia, es muy probable que se mantenga en la edad adulta, creando de esta manera, a futuros adultos enfermos. Por este motivo, en Micrópolis tenemos la obligación de proteger la salud de nuestros niños ya que representan el futuro de nuestra sociedad.
En este sentido, también apelamos a que los padres modifiquen en ellos mismos, los hábitos alimentarios que no sean adecuados para la salud, ya que según Carlos Paredes, Presidente de la Sociedad Valenciana de Pediatría, los hábitos de alimentación de los hijos, la mayoría de las veces, tienen mucho que ver con los de sus padres.
Por todo ello, abogamos por invertir desde hoy en la salud de nuestros niños, que son el futuro de esta gran ciudad. Padres de Micrópolis, dedicar un rato en el desayuno o en la hora de la merienda a la nutrición de vuestros hijos no hace ningún daño, lo que sí hace daño es no dedicarlos, y las víctimas son los pequeños. Su desarrollo hoy son los cimientos de máñana. Pensemos en ellos, son sólo:
5 minutos dedicados a la salud de nuestra infancia.
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